Uno de mis dos bares favoritos del mundo, parte importante del evento.
Hace poco acabo de llegar a casa tras mi periplo mollinés, y toca hacer la habitual reseña. Y como suelo hacer siempre, hoy tocará hablar de lo que es el viaje, dejando lo que son las jornadas para una entrada futura.
Mi historia empieza el jueves a la mañana, cuando doy muestras de mi avanzada inteligencia al llegar a la cola de embarque, sacar el móvil y descubrir con horror que no me he acordado de hacer el chekin online, y que la página no me deja. Además, se había adelantado el vuelo, de modo que en vez de salir a las 9:30, como estaba previsto, salía a las 9:10.
8:45, luchando contra el bloqueo mental, corro hacia los mostradores de Vueling. Vacíos. Corro de nuevo hacia el control de accesos y le explico lo que me pasa al que está controlando, sabiendo que poco puede hacer, pero que probablemente se haya encontrado con más gente en mi misma situacion.
Me remite a las oficinas de Iberia que están en el propio aeropuerto, en las que irrumpo un poco cual rinoceronte en ferretería. "Hola, perdone las molestias, ya sé que no está usted de atención al público, pero tengo este problema con este vuelo que sale en 10 minutos". El hombre, amabilísimo, me comunica que el vuelo va lleno y que no hay forma de que yo suba a él, pero que hay otro a Málaga ese mismo día a las 18:55.
Temiendo el sablazo de comprar un vuelo nuevo, pero sin ganas de renunciar a mis vacaciones, me meto en la web y descubro con alegría que esta me deja cambiar sin coste adicional el vuelo, de modo que con la cara de tonto, pero la tranquilidad de haber superado la crisis, me vuelvo a Bilbao a hacer tiempo, y a la tarde, esta vez con el checkin correctamente cumplimentado, me voy de nuevo al aeropuerto, para llegar sin problemas a Málaga.
Una vez allí, tren de cercanías al centro, alojarme en el apartamento y aprovechando que hay un centro comercial cruzando la calle, ceno y voy al cine.
Viernes por la mañana, día de las jornadas ya. Repaso los personajes de los vivos que juego mientras espero a que vengan a recogerme con el coche Vero y JD, dos amigos de varios años de TdN, que vienen de Algeciras y me recogen, para ir juntos a esa Disneylandia del rol que es el CEULAJ de Mollina. Y después de registrarnos, tomar posesión de las habitaciones y comer un menú en Humilladero, empiezan las jornadas.
Esta vez tocó habitación individual (el peluche era atrezzo para un rol en vivo).
Elipsis. Nos vamos a la mañana de hoy, en la que tras varios días saliendo y bebiendo hasta las tantas, duermo hasta las 12, con la duda de si es que no han pasado a despertarme o si estaba tan dormido que ni me he enterado. Con un largo día aún por delante, pues mi vuelo a Bilbao no salía hasta las 21:05, consigo juntar un grupito considerable de gente y organizar la comida de despedida en el restaurante chino del puebló. Ahí, tras comer, nos recoge el taxi que nos lleva a la estación de tren. La mayoría de la gente hacia Madrid, yo a Málaga, donde llego a las 17:30, más o menos, y estoy haciendo un poco de tiempo hasta que que quedo con el amigo Igor, bilbaíno de pro, quien fuera mi director de juego hace muchos años, antes de que se fuera a vivir a Málaga, y tras una breve pero agradable reunión (que nos vemos de mil en mil), cojo el tren al aeropuerto y allí la cosa transcurre sin incidentes (salvo la parte en la que me pongo en la cola del avión que no es, pero así soy yo, queredme), y una vez en Bilbao, opto por coger un taxi, para que lleve mis restos a casa.
Vuelvo cansado, pero con el corazón calentito de alguien que ha vivido muchas vidas en 4 días, pero sobre todo la del rolero que se ha pasado 4 días en un entorno de ensueño, rodeado de amigos y un ambiente que es pura magia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario