Los protagonistas.
Cuando se cumplen 15 años de su lanzamiento, dedico la entrada del blog a un juego que a priori tenía todos los elementos para gustarme, pero que no me gustó nada.
Ya la saga estaba, para mi gusto, pegando bandazos descendentes. Yo soy de los que consideran que el VI es el mejor y que de ahí la cosa empezó a ir cuesta abajo (el VII no llegaba y el VIII, que por cierto ha envejecido fatal, era bastante flojete) y tocó en su momento fondo con este.
Y es raro, porque como ya digo, tenía todos los elementos para gustarme, con una estética medieval, muy de cuento y unos gráficos que volvían al SD que el FFVIII había dejado de lado, pero por alguna razón, se me hacía terriblemente aburrido. No me enganchaban ni los personajes ni la historia, y la banda sonora, aun siendo muy buena, no tenía el nivel de sus antecesoras (incluso el VIII, que en el apartado musical era soberbio).
La verdad es que echo la vista atrás y no termino de entender por qué no me gustó. Puede que sea por el momento de mi vida en que lo jugué, pero el caso es que es un juego que pasó sin pena ni gloria, y del que recuerdo pocos momentos que me gustaran. Imagino que, igual que hice el año pasado con el FFVII, y como hago de cuándo en cuándo con el VIII, le debo una segunda oportunidad a ese juego. Tal vez ahí le encuentre la gracia que no le vi en su día.
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