Pero que no se note.
Cuesta, pero me he tenido que rendir al cambio. Al reparar el ordenador y cambiar las piezas nuevas he dado el tan resistido salto de sistema operativo, renunciando al Windows XP que me acompañó desde 2008 y saltándome el Vista y el 7 para plantarme en el 8, ese que parece una interfaz de teléfono móvil.
Como suele pasar, me costará hacerme a las novedades, pero confío en que como suele pasar, me acostumbre rápido y la fase de echar pestes porque las cosas no son como con la versión anterior me duren poco.
Eso sí, la parte de tener que andar reinstalando programas me da una pereza horrenda.
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