Un CJ un tanto pálido.
Una historia robusta, una trama sólida y unos personajes bien constru... Qué coño, esto es una película de catástrofes, con todo lo que ello implica: un argumento absurdo, personajes planos (no físicamente, que la Daddario...) y situaciones ridículas al servicio de la espectacularidad y en el que todo lo que pasa es una excusa para el lucimiento de sus protagonistas, que se enfrentan a todo tipo de peligros mortales bajo una física de dibujos animados. ¿Pero es lo que has ido a ver, verdad?
Y ahora una crítica con sus correspondientes spoilers.
Esto empieza con un anuncio de la DGT advirtiéndonos de los peligros de consultar el Whatsapp al volante (o de ser rubia y conducir), cuando una chica va tranquilamente por las afueras de Los Angeles, su coche cobra vida propia y se va por el barranquillo, emulando el mítico ganador de Vídeos de Primera. Todo esto nos sirve de excusa para presentarnos al protagonista, Dwayne Johnson (en adelante CJ), que es un bombero de elite, capaz de acometer junto con su equipo de superbomberos las más arriesgadas operaciones de rescate, y salvan a la chica de una muerte horrible.
Pero como no todo es trabajo, nos muestran algo de la vida personal de CJ, y sabemos que está divorciado y tiene una hija jamelga (Alexandra Daddario, cuyas generosas tetas animarán gran parte de la película). Pero aunque él sigue enamorado de su ex-mujer, esta ha rehecho su vida con un arquitecto guapo y rico (aquí no cuento lo que va a pasar, que es algo totalmente imprevisible y nada típico en el género).
Por otra parte nos presentan al otro protagonista, Mr. Obvious, un geólogo experto, con el increíble y utilísimo poder de predecir los terremotos 3 segundos antes de que pasen, que está investigando unas turbulencias en la presa Hoover con su socio coreano. Con tan mala suerte de que están ahí y se empieza a desmoronar la presa, dando lugar a una de las escenas más irreales de la película: un hombre de tez morena y aspecto inequívocamente sale corriendo con una mochila al hombro del lugar de la gravísima explosión que acaba de sacudir una de las obras arquitectónicas más importantes de los EEUU y la policía no lo vuela inmediatamente a tiros. Claro que, lo de que no hubiera un puñetero policía también ayuda. Por suerte Mr. Obvious salva muchas vidas, gritando a la gente que se vaya de la presa que está explotando (si no, ahí que se quedan).
Pero volvamos a la familia de CJ. Habíamos dicho que el novio de la ex-mujer era arquitecto, así que se lleva a la hija de CJ al sitio más seguro del mundo cuando acaba de producirse un grave terremoto: un rascacielos en San Francisco. ¿Qué podría salir mal?
Con CJ en un helicóptero, la hija en San Francisco y la madre en un rascacielos de Los Angeles, empieza la fiesta, y de repente una serie de terremotos empiezan a desmontar casas. Vamos primero con CJ, que está, recordemos, en un helicóptero (lo más sensato del mundo, eres bombero y en una situación de emergencia te dedicas a pasear el helicóptero del trabajo y a usarlo para fines personales), y como sigue enamorado, decide ir al rescate de su mujer. Porque decirle "haz lo que te digan los equipos de evacuación" está sobrevalorado, mejor le dice "sube a la azotea del edificio, que yo voy a buscarte, nena".
Vamos de nuevo con la hija. En el edificio de su padrastro conoce a un joven ingeniero que ha ido a echar el CV acompañado de su hermano pequeño y hacen buenas migas. Esto es relevante porque cuando el terremoto destruye el edificio en el que están, ella se queda atascada y el padrastro se va a pedir ayuda (lo que ella interpreta como "me ha dejado tirada"), y el ingeniero se entera y va al rescate. A ver, yo entiendo que la Daddario está muy buena, y que hay ciertos riesgos que merece la pena correr, pero no sé yo cómo se tomarían los padres del ingeniero que expusiera de esa forma la vida de su hermano pequeño por echar un polvo.
Sin embargo, esta no es una película sobre cómo proceder en catástrofes naturales, ya que cuando ella consigue un pico de cobertura y llama a su padre para informarle de la situación, haciendo un ejercicio de paternidad responsable le dice "busca el edificio más alto que veas y súbete a la azotea, que voy a buscarte dentro de dos horas". ¿Y este tío es bombero?
Ahí empieza un correcalles en el que la hija y el ingenero, con el niño, van correteando de un lado a otro de San Francisco, ignorando a los servicios de emergencia y saqueando todo lo que pillan por el camino, incluso saqueando un camión de bomberos. ¡Así se hace, roba cosas, no sea que sirvan para salvar vidas humanas! ¡Tu padre estaría orgulloso!
El padre que, por cierto, sigue con su odisea para llegar a San Francisco, cuando se da cuenta de que esta película en su versión original no se llama San Andrés sino San Andreas, y opta por hacer honor al videojuego homónimo, robando y estrellando vehículos (su helicóptero pasa a mejor vida), con maniobras tan inteligentes como robar el coche del tío que le apunta con una pistola. No hay más coches para robar, no, tiene que robar ese. El coche le sirve para llegar hasta la falla infranqueable, y de camino ve a una pareja de viejillos, y en ese momento se percata de que él lleva una gorra de un club de aviación, por lo que deduce que debe de tener un avión disponible cerca. Se gasta el correspondiente punto de drama, y, ale-hop, ya tienen vehículo para llegar a San Francisco.
Los terremotos se siguen agravando y el geólogo, Mr. Obvious, decide que sería una buena idea avisar a la gente, que está demasiado ocupada evitando morir a causa del terremoto como para saber que va a haber un terrible terremoto. Así que en vez de avisar a protección civil y decir "oigan, que hay un terremoto" y se rían de él, pues lo que hace es lo que haría cualquiera, pedirle al becario que hackee la señal de televisión y así poder alertar a la población de que hay unos horribles temblores de tierra de 9,6 escala Richter. Si alguna vez hay un terremoto de tal magnitud y me pilla viendo la tele, agradeceré que me avisen, por si no pillo la referencia de las vigas torciéndose y las explosiones.
Volvamos ahora a la hija, que sigue en su periplo, aunque no como quería hacerlo, ya que el edificio donde se había citado con su padre ya no está, así que busca un plan B y se busca otro rascacielos aleatorio. Y detrás de ella el ingeniero, que aplica la fórmula "tiran más dos tetas que dos carretas" y en vez de intentar sobrevivir, se mete en la trampa mortal: un rascacielos edificio derrumbándose en medio del terremoto. Inexplicablemente, una vez están dentro el edificio se empieza a derrumbar, con el consiguiente peligro de muerte. ¡Vaya! ¿Qué ha podido fallar? Pero no pasa nada, aquí está papá CJ para salvar la papeleta.
Esto es, habíamos dicho, San Andreas, y lo de ir en avioneta está bien un rato, pero toca variar, así que cuando sobrevuelan la ciudad y ve que el rascacielos A no está, pues salta (con su ex-mujer) del avión en marcha. Se tira en paracaídas (no entiendo por qué, si aplicamos la física de película de Dwayne Johnson, caer desde un avión en marcha no provoca más que rasguños) y aterriza justo-justo en medio del estadio de los Giants, justo en el puntito del bateador. ¡Corre, CJ, tienes que llegar a la siguiente pantalla!
La tensión y el dramatismo se apoderan de la escena cuando el edificio en el que está la hija se empieza a inundar (no queda muy claro si por el tsunami o por las babas del ingeniero), pero CJ no solo es fuerte y valiente, sino que también es listo, y deduce que si su hija no ha ido al edificio convenido ha ido a otro. Pero como el Golden Gate ha tenido a bien caerse y tiene que pasar al otro lado de la bahía, roba una lancha (San Andreas, no lo olvidemos) y se va en pos de su hija, esquivando un tsunami, un transatlántico y un gorila que lanza barriles (no, pero casi).
Esto empieza con un anuncio de la DGT advirtiéndonos de los peligros de consultar el Whatsapp al volante (o de ser rubia y conducir), cuando una chica va tranquilamente por las afueras de Los Angeles, su coche cobra vida propia y se va por el barranquillo, emulando el mítico ganador de Vídeos de Primera. Todo esto nos sirve de excusa para presentarnos al protagonista, Dwayne Johnson (en adelante CJ), que es un bombero de elite, capaz de acometer junto con su equipo de superbomberos las más arriesgadas operaciones de rescate, y salvan a la chica de una muerte horrible.
Pero como no todo es trabajo, nos muestran algo de la vida personal de CJ, y sabemos que está divorciado y tiene una hija jamelga (Alexandra Daddario, cuyas generosas tetas animarán gran parte de la película). Pero aunque él sigue enamorado de su ex-mujer, esta ha rehecho su vida con un arquitecto guapo y rico (aquí no cuento lo que va a pasar, que es algo totalmente imprevisible y nada típico en el género).
Por otra parte nos presentan al otro protagonista, Mr. Obvious, un geólogo experto, con el increíble y utilísimo poder de predecir los terremotos 3 segundos antes de que pasen, que está investigando unas turbulencias en la presa Hoover con su socio coreano. Con tan mala suerte de que están ahí y se empieza a desmoronar la presa, dando lugar a una de las escenas más irreales de la película: un hombre de tez morena y aspecto inequívocamente sale corriendo con una mochila al hombro del lugar de la gravísima explosión que acaba de sacudir una de las obras arquitectónicas más importantes de los EEUU y la policía no lo vuela inmediatamente a tiros. Claro que, lo de que no hubiera un puñetero policía también ayuda. Por suerte Mr. Obvious salva muchas vidas, gritando a la gente que se vaya de la presa que está explotando (si no, ahí que se quedan).
Pero volvamos a la familia de CJ. Habíamos dicho que el novio de la ex-mujer era arquitecto, así que se lleva a la hija de CJ al sitio más seguro del mundo cuando acaba de producirse un grave terremoto: un rascacielos en San Francisco. ¿Qué podría salir mal?
La chica tiene su cierto atractivo y dos enormes... ojos que destacan.
Vamos de nuevo con la hija. En el edificio de su padrastro conoce a un joven ingeniero que ha ido a echar el CV acompañado de su hermano pequeño y hacen buenas migas. Esto es relevante porque cuando el terremoto destruye el edificio en el que están, ella se queda atascada y el padrastro se va a pedir ayuda (lo que ella interpreta como "me ha dejado tirada"), y el ingeniero se entera y va al rescate. A ver, yo entiendo que la Daddario está muy buena, y que hay ciertos riesgos que merece la pena correr, pero no sé yo cómo se tomarían los padres del ingeniero que expusiera de esa forma la vida de su hermano pequeño por echar un polvo.
Sin embargo, esta no es una película sobre cómo proceder en catástrofes naturales, ya que cuando ella consigue un pico de cobertura y llama a su padre para informarle de la situación, haciendo un ejercicio de paternidad responsable le dice "busca el edificio más alto que veas y súbete a la azotea, que voy a buscarte dentro de dos horas". ¿Y este tío es bombero?
Ahí empieza un correcalles en el que la hija y el ingenero, con el niño, van correteando de un lado a otro de San Francisco, ignorando a los servicios de emergencia y saqueando todo lo que pillan por el camino, incluso saqueando un camión de bomberos. ¡Así se hace, roba cosas, no sea que sirvan para salvar vidas humanas! ¡Tu padre estaría orgulloso!
El padre que, por cierto, sigue con su odisea para llegar a San Francisco, cuando se da cuenta de que esta película en su versión original no se llama San Andrés sino San Andreas, y opta por hacer honor al videojuego homónimo, robando y estrellando vehículos (su helicóptero pasa a mejor vida), con maniobras tan inteligentes como robar el coche del tío que le apunta con una pistola. No hay más coches para robar, no, tiene que robar ese. El coche le sirve para llegar hasta la falla infranqueable, y de camino ve a una pareja de viejillos, y en ese momento se percata de que él lleva una gorra de un club de aviación, por lo que deduce que debe de tener un avión disponible cerca. Se gasta el correspondiente punto de drama, y, ale-hop, ya tienen vehículo para llegar a San Francisco.
La película cuenta con planos visuales de gran espectaculari... ¡tetas!
Volvamos ahora a la hija, que sigue en su periplo, aunque no como quería hacerlo, ya que el edificio donde se había citado con su padre ya no está, así que busca un plan B y se busca otro rascacielos aleatorio. Y detrás de ella el ingeniero, que aplica la fórmula "tiran más dos tetas que dos carretas" y en vez de intentar sobrevivir, se mete en la trampa mortal: un rascacielos edificio derrumbándose en medio del terremoto. Inexplicablemente, una vez están dentro el edificio se empieza a derrumbar, con el consiguiente peligro de muerte. ¡Vaya! ¿Qué ha podido fallar? Pero no pasa nada, aquí está papá CJ para salvar la papeleta.
Esto es, habíamos dicho, San Andreas, y lo de ir en avioneta está bien un rato, pero toca variar, así que cuando sobrevuelan la ciudad y ve que el rascacielos A no está, pues salta (con su ex-mujer) del avión en marcha. Se tira en paracaídas (no entiendo por qué, si aplicamos la física de película de Dwayne Johnson, caer desde un avión en marcha no provoca más que rasguños) y aterriza justo-justo en medio del estadio de los Giants, justo en el puntito del bateador. ¡Corre, CJ, tienes que llegar a la siguiente pantalla!
La tensión y el dramatismo se apoderan de la escena cuando el edificio en el que está la hija se empieza a inundar (no queda muy claro si por el tsunami o por las babas del ingeniero), pero CJ no solo es fuerte y valiente, sino que también es listo, y deduce que si su hija no ha ido al edificio convenido ha ido a otro. Pero como el Golden Gate ha tenido a bien caerse y tiene que pasar al otro lado de la bahía, roba una lancha (San Andreas, no lo olvidemos) y se va en pos de su hija, esquivando un tsunami, un transatlántico y un gorila que lanza barriles (no, pero casi).
Esta imagen está plenamente justificada por la narración.
El desenlace es el de prever. Por estas casualidades de la vida, y mientras busca una aguja en un pajar (hablamos de San Francisco, no de Alpedrete), la lancha de CJ va a pasar justo al lado del edificio en el que está la hija, pero no le ven, aunque como ella es lista, hace unas señales para avisar. Y oye, casualidades de la vida, el edificio se hunde un poco más y se inunda más todavía, con lo que parece que ella se va a ahogar. CJ accede al edificio y ve a su querida hija ahogándose (añado que por cosas de la trama, eso que meten en este tipo de películas para hacer relleno, nos han ido contando que antes tuvo otra hija, que murió ahogada, y que se sentía culpable por no haberla podido salvar), y no quiere que se repita la historia, y cuando parece que se ha perdido toda esperanza, CJ se acuerda de que es superfuerte y logra sacar a su hija inconsciente de ahí (lo de inconsciente no solo por haber perdido el conocimiento, sino por hacer caso al descerebrado de su padre). Parece que la ha perdido y ha muerto, intenta la RCP y el boca a boca, pero no hay manera, y cuando parece que definitivamente la ha perdido, CJ se encabezona, vuelve a intentarlo, a ver si cuela, y cuela. Ella recupera el conocimiento y la familia feliz vuelve a estar reunida (a eso ayuda que el novio de la ex-mujer sea aplastado por un contenedor en un momento dado de la película).
La película acaba con un epílogo en el que se ve el lado bueno de la gente, con las labores de reconstrucción y muchas banderas americanas. Lo que no nos cuentan es cuando CJ es despedido y llevado a juicio por no presentarse en su lugar de trabajo, robar un helicóptero del cuerpo de bomberos de Los Angeles para uso personal, destrucción de la propiedad y poner en peligro la vida de cientos de personas. Sin duda, la secuela debería ser una película de juicios.
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