Esto da una pista de dónde hemos estado.
Hoy tocaba excursión, que no solo de Dublín vive Irlanda, así que a las 9 de la mañana nos hemos encaminado a la estación de tren, con tanta suerte de que hemos llegado a las 9:25 y el tren que queríamos coger (Belfast) era a las 9:35, así que a la capital de Irlanda del Norte, Reino Unido. El cambio de país no se notaba en la frontera (ni un triste DNI nos han pedido) pero sí en la moneda, que allí funcionan con libras (y era bastante más caro que en Dublín).
La primera impresión no ha sido muy halagüeña, con aspecto de ciudad gris e industrial, pero a medida que nos hemos ido yendo al centro, la cosa iba mejorando, y hemos visto cosas interesantes, como el mercado viejo (con comida gorroneable en los puestos, incluso hasta chorizo), el Albert Clock o el Ayuntamiento. Pero una de las cosas que más tiempo nos ha llevado ha sido el recomendable museo del Ulster, un museo gratuito de historia, ciencia y arte bastante interesante y muy agradable, en el que me podría haber pasado horas de haber tenido más tiempo.
Pero tiempo no sobraba, así que hemos ido directos (mentira, hemos dado más vueltas que un tonto) a los astilleros donde se construyó el famoso Titanic, donde había museo, exposición y tal. Pero la entrada nos requería un dinero que no nos apetecía gastar y sobre todo un tiempo del que no nos podíamos permitir prescindir, así que poco a poco hemos ido dando una vuelta a la estación y finalmente hemos cogido el tren de regreso a Dublín (2 horas y cuarto ir, lo mismo para volver).
Una ciudad que me ha gustado, con puntos de interés, valor histórico y a la que no me importaría volver.
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