Fue Magneto, fue Gandalf... ahora es Sherlock Holmes.
Una visión distinta del más famoso personaje creado por Arthur Conan Doyle. Aquí el detective de Baker Street 221b es un anciano ya jubilado que a sus 93 años vive el retiro en el una granja de Sussex con su ama de llaves y Roger, el hijo de ésta, un chaval que se convertirá en amigo y en parte discípulo de Holmes, que se enfrenta al más terrible de los enemigos: su propia decadencia senil.
Cuenta por medio de flashbacks el último caso de Sherlock, que trata de recopilar como medio de luchar contra la pérdida de memoria y lo cruza también con otra historia de su viaje a Japón, alternadas con las escenas "maestro entrañable-aprendiz" que vive con Roger, y que tanto me recordaban a "La lengua de las mariposas".
Una cosa curiosa de esta película es que Sherlock Holmes, de alguna manera, coexiste con su propia realidad, pues parte de que Watson publicó los relatos, Holmes se hizo famoso y se publicaron sus novelas, se hicieron películas y llegó a existir ese fenómeno fan, lo que da lugar a algunos momentos muy divertidos de la película.
En cuanto a valoración y tal, pues la película tiene sus momentos, pero no terminaba de funcionarme, ya que durante gran parte notaba que le faltaba algo de chicha, y no me llegó a cautivar. Ian McKellen está genial, y este enfoque tan distinto de Sherlock Holmes me gustó mucho, pero sin llegar a ser una gran obra. Está bien, pero le falta "algo".
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