No me lo he llevado, abultaba demasiado.
Hoy toca hablar del domingo (del sábado poca cosa, en la lonja jugando a juegos de mesa) y dentro del domingo, una de teatro y otra de libros, por lo que técnicamente sesión doble de literatura.
Por la mañana un cruel madrugón a las intempestivas 10 de la mañana, pues teníamos ensayo (o debería decir entrenamiento) de la nueva temporada de los ImprovisAmos, el show de improvisaciones teatrales en el que participo, y que viene con muchos cambios gordos (de verdad de la buena, hemos cambiado completamente el chip), pero no voy a hablar hoy aquí de ellos, sino que voy a emplazar a quien tenga interés a venir a verme el 8 de enero a las 7 de la tarde en Muzzik. Ahí queda lanzado el guante.
En cuanto a la tarde del domingo, hoy tocaba otra edición del club del libro, en la que yo devolvía Los Hombrecitos, un simpático cómic franco-belga de pasar el rato, La Casa, del Paco Roca más entrañable y Memento Mori, de César Pérez Gellida, una novela negra ambientada en Valladolid en la que quieres matar al asesino, pues lo de cargarse a gente es casi lo menos odioso que hace. Pero no daré más detalles, que sería matar el misterio. Como novedad he aportado la selección de relatos cortos de ciencia ficción Unicornios sin Cabeza, y también la colección completa de Monster.
A cambio me he traído El gran Sol de Mercurio, de Asimov y como devoluciones Estudios del Natural, de Arthur Conan Doyle, el genial cómic Marvel 1602 y los números 4, 5 y 6 de Bone. Así como un par de kilos de más por culpa de las deliciosas galletas de chocolate, como de costumbre.
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