"Smithers, echaremos la culpa de todo a Función Pública".
Dentro de esta complicada encrucijada laboral en la que me encuentro, hoy toca hablar de la reunión que hemos mantenido hoy con los jefes. No daré nombres en público pero necesito escribir esto como desahogo. Y a los efectos tanto cómicos como de privacidad, me referiré a dos intervinientes en dicha reunión como Señor Burns (Director), Smithers (Jefe de Servicio) e inanimada barra de carbono (Jefa de Sección).
Yo ya intuía que de esa reunión iba a salir enfadado, pues enfadado entraba por cómo se nos ha tratado, y tenía claro que no nos iban a decir nada de fuste. Pero al menos que los jefes dieran la cara.
Ha empezado todo con un speech de Smithers en el que se nos contaban las bondades de este cambio, su necesidad y sobre todo negar la mayor, reiterando que no era decisión suya, sino que venía de Función Pública (el informe en el que ellos pedían la reestructuración debió de escribirlo el perro, vaya), un discurso con mucha palabrería bonita y caritas de pena, con disculpas falsas.
A continuación la delegada sindical ha procedido a abofetear (metafóricamente) a Smithers, cantándole las 40 y poniéndole en su sitio, mientras el Sr. Burns, miraba el móvil cual quinceañero enamorado. Pero cuando ha empezado a oír cosas que no le gustaban (básicamente "nos estáis mintiendo a la cara") ha sacado su tono de chulería barriobajera para decir que si no nos vamos a creer lo que dicen se va, que la reunión no tiene sentido, y que si dura más de una hora también se va. A lo primero, tal vez se le podía haber ocurrido que no mentir sería una posibilidad, y a lo segundo, que ir al grano en vez de adornar cada frase aligera el ritmo de la reunión.
Cuando he podido tener el turno de palabra para expresar mi enfado y mi decepción es cuando me he quedado atónito, pues Smithers y Burns, a quienes me estaba dirigiendo expresamente, estaban cuchicheando como niños, obligándome a parar mi intervención y decirles "eh, que os estoy hablando". De verdad, no podía dar crédito a lo que estaba pasando.
La reunión ha seguido, y los compañeros les hemos ido dando nuestras impresiones, sin decir una palabra más alta que otra. En un momento dado el Sr. Burns, sin mediar palabra y faltandonos completamente al respeto se ha marchado de la reunión. Muy elegante, sí.
Pero para redondear, lo que ya me ha terminado de rematar la faena ha sido Smithers, con quien la conversación ha sido algo así.
-Yo lo que no entiendo es cómo habiendo salido esto de un informe vuestro no nos sepáis decir cómo va a quedar cada una de las secciones. A mí me da igual porque me toca irme, pero hay compañeros que se quedan, y que a lo mejor según lo que les toque prefieren irse, y esta decisión nos obligáis a tomarla antes del día 8.
-Realmente sí lo sabemos, pero no os lo podemos decir.
-Eh, sabiendo que a algunos nos habéis hecho una putada precisamente por no haber dicho las cosas a tiempo, lo correcto sería que nos lo dijerais, y así la gente puede decidir. Entiendo que no os apetezca ver caras largas, pero eso sería lo honesto.
-Precisamente por honestidad es que no lo decimos, para que no tengáis que estar con la zozobra.
En serio, ¿qué parte de "por no decir las cosas a tiempo a mí me habéis hecho una putada, no les hagáis la misma a los compañeros" no ha entendido? Pues así, con dos cojones. Mientras tanto, la inanimada barra de carbono, que se supone que es nuestra inmediata superior, miraba al infinito con pasividad.
Lo mejor de esto es que yo tenía la preocupación de perder las formas o de ser injusto en la reunión con alguien que a lo mejor podría no tener tanta culpa. Pero comportándose así me han hecho un favor, de modo que me quedo muy tranquilo.
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