La labor de caracterización es brutal.
La traducción mata un poco de juego de palabras del original, con la palabra "vice", que sirve para referirse al vicio que menciona el título en castellano pero también al cargo por el que muchos conocimos al protagonista de esta película, de vicepresidente de los Estados Unidos.
Es la historia de Dick Cheney, quien fuera vicepresidente y mano metida en el culo de George W. Bush, responsable unas cuántas burradas en Oriente Medio. Nos cuenta, con aires de biopic, el ascenso al poder de Cheney y sus tropelías post 11-S.
Puede parecer, sobre todo al principio, que esta película nos va a endulzar la figura de Dick Cheney, pero lejos de eso nos lo presenta como un ambicioso y manipulador político a quien se la sopla que sus actos causen miles de muertos al otro lado del océano si con ello se sale con la suya. No faltará, por supuesto, quien tilde la película de ser un "panfleto progre". Pero adelantándose a la jugada, es la propia película la que en un momento dado rompe la cuarta pared para reírse de esa gente.
Lo más destacable, sin embargo, es el trabajo aspecto visual, que transforma a los actores en verdaderos avatares de los personajes a los que dan vida, y algunos como Condoleezza Rice o Colin Powell se reconocen en cuanto asoman la cara en la pantalla.
Lo peor de esta película es pensar que mucho de lo que nos cuentan fue real (si no peor), que gente así existe en el poder y que los medios manipulan de forma activa y deliberadamente a las masas, lo que me hace catalogar esta película directamente en el género de terror.
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