Cosas de ser un equipo de fútbol.
Hoy había razones para el pesimismo en la visita a Miribilla, pues nos visitaba el destacadísimo líder de la categoría, un Betis que tiene un equipazo y casi cuenta sus partidos por holgadas victorias.
Pero lo cierto es que el inicio del partido no tenía mala pinta, pues a un triple de los andaluces le seguía un 9-0 local, gracias a la buena defensa. Sin embargo, seguía dando la sensación de que en cualquier momento el Betis podía despertar. De hecho, así fue, y se llevaron el primer cuarto (17-21).
En el segundo cuarto mejoró un poco la cosa, arañando tímidas ventajas de 3-4 puntos, y se llegaba con la ventaja de un punto tras el triple en la bocina de los béticos. Una primera mitad muy igualada, casi un partido nuevo y la sensación de "en cuanto el Betis se tome el partido en serio, se lo llevan".
Pero en el descanso, y aprovechando el carnaval, unos aficionados al baloncesto se disfrazaron de jugadores del Betis y empezó el show de los hombres de negro, que en un momento en el que entraba todo se fue la diferencia a los 11 puntos, y pasado el vendaval, lejos de aminorar la diferencia, creció hasta llegar con un bonito 78-57 al último cuarto.
Esto ya empezaba a tener mejor pinta, y aunque tímidamente el Betis lograba acercarse a los 15-16 puntos, llegó un momento en el que dieron el partido por perdido, bajaron los brazos y se consumó la fiesta en Bilbao, terminando el partido con el aplastante 98-68 que yo no habría creído posible en la pausa del descanso.
El mejor rival de la categoría y la victoria más holgada. A destacar Iván Cruz, severo con su ex-equipo y el habitual Ben Lammers. Lo malo, como siempre, los árbitros, que se ve por qué están en segunda, con algunos errores tan clamorosos que daban ganas de gritar "¡esa falta que hemos hecho la he visto hasta yo!".
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