La entrada parecía una rayuela.
Hoy no me ha tocado teletrabajar, lo que no es del todo una novedad, pues desde que empezó el confinamiento he estado yendo a la oficina un día a la semana, básicamente porque las cartas que llegaban en papel no se iban a registrar solas. Pero sí ha sido el primer día que he trabajado de cara al público, atendiendo en el mostrador y dando entrada a los documentos. Eso sí, con mampara, guantes y todo el ritual. Que es necesario, pero también una incómoda barrera a la hora de dar y recibir uinformación.
En teoría solo funcionamos con cita previa, pero dado que teníamos muchos huecos, hoy sí teníamos la instrucción de, si estábamos libres, atender a todo el que entrara por la puerta, lo que nos ha dado un momento bastante animado de atender a mucha gente seguida. Y francamente, después de dos meses sin casi contacto humano, uno casi hasta lo agradece.
Poco a poco vamos volviendo a la añorada normalidad, y aunque todavía falta para verla, estos pasitos son agradables.
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