La estética, su punto más fuerte.
Stan Carlisle (Bradley Cooper) es un hombre que, huyendo de su pasado, termina fichando por un circo de variedades en la época de la Gran Depresión, y allí se convierte en un mentalista de éxito, que vive de estafar a incautos, hasta que encontrará lo que parece la horma de su zapato.
Le tenía muchísimas ganas, pero no puedo negar una cierta decepción con esta película, aunque esto se debe sobre todo a las expectativas que yo me había formado por el trailer, y por ser de Guillermo del Toro. No puedo decir que sea una película horrible, pero queda muy lejos de lo que yo esperaba de ella.
Visualmente, lo que sorprende poco cuando hablamos de Guillermo del Toro, es impecable, y la historia no está del todo mal, pero me da la sensación de que es una película a la que le traiciona un mal montaje, pues tiene algunos momentos de tedio, otros en los que la trama parece precipitarse y tiene hilos colganderos (lo concerniente al padre del protagonista, que entre contart eso y nada...) o escenas que si bien visualmente impactan (la del juez y su mujer) no le suman nada a la trama.
La película tiene tres partes bien diferenciadas, con un primer acto, que es el de la vida del protagonista en el circo y su "nacimiento" como mentalista-estafador, que me pareció de largo la parte más interesante. Le sigue un nudo que se se me hizo un tanto plomizo y termina con un final que coge el estofado que ha tenido tres horas a fuego lento y lo mete de repente en el microondas. Lo que quiere contar es interesante, pero la forma de contarlo se me hacía atropellada (no pretendía hacer el chiste con cierta escena, lo prometo) y un epílogo que conduce a un final con un giro de guion que justifica el título de la película , y que aunque parece querer sorprender al espectador, en realidad no sorprende ni a Pikachu. Y ojo, que no tengo ningún problema con los finales previsibles, pero aquí quedaba un poco ridículo que fingiera querer ser una revelación sorpresiva.
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