Si me tengo que quedar con una cosa, el buen rollo entre aficiones.
Hoy tocaba el turno al partido por el 3º y 4º puesto entre Riesen Ludwisburg y Hapoel Holon y la final entre Tenerife y Manresa, pero no me voy a extender mucho en la parte puramente baloncestística, pues dejando al margen que uno ha sido una pachanga y el otro una final intensa, hay ciertas similitudes en cuanto al devenir del partido. En ambos ha empezado la cosa muy peleada, llegando al descanso con la igualdad y se han roto en el 3º cuarto, alcanzando distancias que ya eran insalvables (aunque Manresa ha peleado todo lo que ha podido y Hapoel ha hecho el ridículo).
Pero ahora yendo a lo extradeportivo, lo peor de Hapoel Holon no ha sido su pobre juego sino la actuación de algunos de sus aficionados, que sin contar los disturbios que han debido de montar en algunos bares, en Miribilla no paraban de insultar (con cosas muy feas), intentar invadir la pista (seguridad tuvo que ir a pararles los pies varias veces y alguno creo que lo tuvieron que echar), silbar y abuchear a los jugadores del equipo rival después del partido y lanzar gritos racistas a los jugadores negros del Ludwisburg. Sin duda, directa al top 1 de aficiones más impresentables que han tenido a bien visitar Miribilla.
En el otro lado, en lo positivo, maravillado (o miribillado, según se mire) con el resto de aficionados y el buen rollo que se respiraba, no solo antes y después del partido, sino durante. La gente tenía claro que esto es para divertirse y a eso han venido. Así que un diez a los aficionados de Manresa y Tenerife con los que he tenido opción de interactuar. De los del Ludwisburg diría algo, pero me pillaban en la otra punta, aunque a diferencia de los de Holon, no se metían con nadie.
Muy a gusto, contento con la experiencia (y verde de envidia por no ser mi equipo el que estaba ahí).
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