Y peor humorista.
En esta comedia a la medida de Arturo Valls (o sea, sin gracia), el protagonista es Pepe, un buenazo, nivel Ned Flanders, que decide dar un vuelco a su vida cuando le detectan un tumor terminal en el cerebro (hola, Breaking Bad), y como es tan caritativo, para evitar a sus seres queridos el digusto cuando se muera decide empezar a comportarse como un capullo para que le pdien, y así no se lleven el mal rato cuando se muera.
Un recopilatorio de situaciones ridículas, donde la vergüenza ajena es un importante leit motiv (especialmente bochornoso es que blanquee abiertamente neonazis), en una película que, justo es decirlo, entretiene. Que nadie espere gran cosa de ella, pero al menos aburrida no es. Cutre un rato, y sin sentido, pero tampoco llegué a salir cabreado del cine.
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