Íberos VS Ninjas, digno de Satarichi.
El Jabato es un tebeo de aventuras ambientado en tiempos de los romanos, en la estela del más conocido Capitán Trueno, hasta el punto de que a veces era lo mismo, pero cambiando viles sarracenos por malvados legionarios. Sin embargo yo conocí antes al Jabato, cuando mi padre, fruto de la añoranza, empezó la colección cuando fue reeditada allá a finales de los 80.
Esta especie de Asterix patrio no alcanza, ni de lejos, los niveles de excelencia del galo, y de hecho en líneas generales diría que eran historietas bastante mediocres, pero yo les tengo cariño, por ser referencias literarias de mi infancia, y disfrutaba con las aventuras del Jabato, Taurus, Claudia, Fideo de Mileto y ese pegote indochino, que era Tai-Chi.
Pero sin duda el encanto de su cutreza reside en sus feroces anacronismos. Daría para todo un libro si nos pusiéramos a analizar en detalle todos y cada uno de sus errores históricos (no me meteré por ejemplo en que un mercader del coliseo use dracmas en Roma, que no sé si seguían todavía en uso, pero el Dracma era la moneda que se usaba en las ciudades-Estado griegas allá por los siglos V, IV y III a.C., pero aquí no lo digo muy alto, no sea que me pille los dedos). Sin embargo, en aras a la sencillez y la lectura distendida, reseñaré tan solo algunas de las más clamorosas.
Bien, sabemos que el Jabato, un caudillo íbero cristiano (en los años 50-60 todos los héroes de tebeo debían serlo) que es esclavizado por los romanos, obligado a combatir como gladiador, pero se fuga y se va por el mundo, desfaciendo entuertos y enfrentándose a la tiranía y la injusticia, en todas sus formas y colores. Pero el periodo romano es amplio, así que miremos en qué época está.
El primer número ya nos dice que sus historias están ambientadas: "años después de la crucifixión de Jesucristo", en tiempos de la persecución, bajo el mandato de un emperador ficticio, un tal Sulla (no cofundir con Silla, que es bastante anterior, así como del 78 a. C.), aunque más adelante nos hablan de Nerón. Es decir, estamos entre el 54 y el 68. Y en una de sus primeras historias se encuentra con unos pregrinos que llevan reliquias de San Pablo (murió en 58 DC) en el desierto del Sáhara, así que sabemos que se mueve en esa horquilla.
Siendo esta época choca encontrar un íbero cristiano. Es más, choca encontrar un caudillo íbero en tiempos de Nerón, pero vale, aceptamos barco. Al fin y al cabo, peor es que unos de los peores enemigos que se encuentra el Jabato por el camino son... cartagineses. Vale, que luego lo explican, que son una especie de imperio neocartaginés, resurgido de las cenizas de la vieja Cartago. Pero como que una nueva guerra púnica 200 años más tarde daba un poco de risa.
Pero no todo lo que se encuentran son cartagineses, pues también se pelea con nubios, egipcios faraónicos, zulúes de la jungla (jungla a la que llega tras naufragar en un lugar indeterminado del Mediterráneo, dicho sea de paso, que la coherencia geográfica tampoco era su fuerte), hititas (que se extinguieron allá por el S. XII a.C), guerreros mongoles en el coliseo romano (que vienen a ser del S. XIII), pigmeos, árabes, tártaros, vikingos o incluso samurais, y no descartaría que algún fenicio. Por ver, hasta ve caer roma a manos de los mongoles.
Y muchas que en su día no pillé o que con el tiempo habré ido olvidando, pero el caso es que, con todo el cariño que le tengo, no es una obra que yo fuera a recomendad por su valor enciclopédico.
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