El amigo Manning se redimió a lo grande.
Igual que hace dos años, ayer nos volvimos a reunir para ver en glorioso diferido la final de la Superbola, uno de los eventos deportivos más seguidos del mundo y al que aquí se le hace poco caso, pues el fútbol americano no es que goce de gran tradición en Europa.
Nuestro planteamiento, igual que el de hace dos años: reunirnos con comida delante de la tele y ver un partido con el que no nos enteramos de la misa la media. Pero antes de empezar el partido, elegimos de qué equipo "somos" y eso le da una emoción. Hace dos años el azar quiso que yo "fuera" de los Broncos de Denver (que perdieron estrepitosamente), y como este año repetían aparición, pues tenía que ser fiel a los colores.
Y la verdad es que la tontería de tener un equipo al que animar no es que le dé un toque, es que consigue generar interés por el partido, y ahí que acabé pegando botes en el sofá, sobre todo cuando, a pesar de ser favorito el otro equipo, los Carolina Panthers, los Broncos ganaron el partido gracias a su genial defensa, un partido que hasta cerca del final estuvo bastante interesante.
Y la verdad es que la tontería de tener un equipo al que animar no es que le dé un toque, es que consigue generar interés por el partido, y ahí que acabé pegando botes en el sofá, sobre todo cuando, a pesar de ser favorito el otro equipo, los Carolina Panthers, los Broncos ganaron el partido gracias a su genial defensa, un partido que hasta cerca del final estuvo bastante interesante.
¡Y ganó mi equipo!
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