Y al 2084º año resucitó.
Tantos años pensando que era fan de Alejandro Amenábar cuando al que realmente admiraba era a su socio Mateo Gil, (cuya ausencia explica que Regresión fuera su película más floja), quien aquí lanza una fabulosa película de ciencia-ficción sobre el sentido de la vida, la muerte y la vida más allá de esta.
En un futuro más o menos lejano (2084, para más señas, no vamos a ser los únicos que homenajeemos a Orwell) existe la tecnología de revivir a gente que haya muerto, y este Proyecto Lázaro tiene como sujeto protagonista a Mark, un diseñador que decide, cuando le diagnostican un cáncer, que es mejor morir sano antes de consumirse y congelarse, con la esperanza de volver cuando la ciencia tenga respuesta a su problema.
Y lo consigue, de modo que vuelve a la vida, en un mundo que no es el suyo, en un cuerpo que tampoco es del todo el suyo, y sobre todo una vida llena de limitaciones con las que no contaba. Una metáfora muy simpática, pero bastante gráfica que hace es compararse con un filete congelado y vuelto a descongelar. Recuperan su cuerpo y su mente, ¿pero y su alma?
Tiene un toque muy Black Mirror, incluyendo la aparición de tecnología que hemos podido ver en algunos de sus mejores capítulos, que da pie a algunas escenas verdaderamente escalofriantes, pero perfectamente lógicas, pisando a veces casi, o sin casi, el género del terror, ese que pide tener cuidado con los deseos, no sea que se cumplan... y el peligro de jugar a ser Dios, que se plasma en ese agradable homenaje a H.P. Lovecraft en la figura del médico que supervisa el proyecto... el Dr. West.
Proyecto Lázaro es una película apasionante y perturbadora a partes iguales, que cuida mucho el buscar la empatía con el protagonista, contándonos su vida, de forma que nos sea fácil ver su vida y sobre todo su VIDA.
Podría hablar más de ella, pero me metería demasiado en el terreno del spoiler, y aunque no es una película que busque impactantes giros de guión, y que de hecho creo que se podría disfrutar conociendo el argumento de antemano, prefiero no destripar más de la cuenta. Pero sin duda he de recomendarla.
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