Así veía hoy al dentista.
Esta entrada podría decirse que es la secuela de una que fue publicada hace 9 años. En ella contaba que una muela carida decía adiós a las demás en una atroz sesión de extracción, dejando tras de sí un hueco, que ha estado ahí unos cuántos años. Y por fin, después de darle vueltas y sopesar múltiples variables me decidí a ponerme la prótesis. Bueno, no yo, sino un dentista, que para eso ha estudiado, y si lo hago yo, lo mismo no queda bien.
La intervención huelga decir que no es agradable. Por suerte no muy dolorosa, gracias a la anestesia, aunque de alguna punzada no se libra uno, y ahora aquí andamos, con la herida en la boca y unos cuántos días a dieta de amoxicilina a las finas hierbas.
Sin embargo, y para mi desgracia, la de hoy solo era la primera fase, la de cimentar. Esto va de que perforan, meten un tornillo diminuto (aunque yo lo sentía como si me estuvieran incrustando la pata de la silla) y dan puntos para que cierre la herida. Y tras unos meses, cuando se ha consolidado, se pone lo que es la prótesis. Es decir, que hoy han puesto los cimientos, septiembre tocará poner el "edificio".
De momento no parece que esté dando mucha guerra, a ver a la noche.
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