¿Gilipollas entrañable, o solo gilipollas?
Juntemos dos tópicos recurrentes; el rico que se ve obligado a vivir entre pobres y la crisis económica española. Démosle un aire de falso documental y tenemos Selfie, una comedia en la que Bosco, un niño pijo, de familia muy adinerada, se ve obligado a bajar al mundo real cuando su padre, ministro de Rajoy, es encarcelado por una larga serie de delitos y no solo se escapa el dinero sino también los amigos.
Bosco pasa de la Moraleja a Lavapiés, y ahí sufre su particular catarsis. En ese sentido me recordaba un poco a Igelak, de Gorka Otxoa, solo que ahí el personaje del banquero tenía seso. Aquí, el Bosco que tan genialmente dibuja Santiago Alverú, oscila entre la mezquindad y la estulticia, sin que a veces quede muy claro si es así de capullo por malicia o porque simplemente no le da.
Selfie es una nada disimulada crítica al clásico tema de las dos Españas, con esa dualidad entre "pijos" y "perroflautas", aquí marcada con líneas muy gruesas (no tanto por el humor que usa, que tira más por lo simpático), siendo casi a veces un poco producto facilón y de "consumo interno".
Pero sinceramente, no es una película que viera por su mensaje, que realmente en ese sentido no aporta nada nuevo, sino como producto de entretenimiento, y en ese sentido me gustó. Como me gustó que contaran la historia desde el punto de vista del malo, o del idiota, o de no sé muy bien cómo definir a ese personaje que casi intentas que te caiga bien, y cuando parece que lo va a conseguir... pues eso.
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