La carta que me llegó ayer.
A punto de empezar la liga, compruebo mi buzón en busca del carnet de socio que me habilite para ver los partidos del Bilbao Basket. Pero no era ese carnet el que tenía ayer, sino que la carta era de Osakidetza, y en ella estaba el carnet de donante de sangre, que luzco con orgullo desde mi primera donación en verano.
Se supone que la próxima vez que tengo que ir es a mediados de octubre, pero ahora que tienen mis datos vivo con miedo a que irrumpan en mi casa para sacarme la sangre, como en el célebre sketch de los Monty Python.
Ahora tendré que dormir con cuidado.
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