Sufriendo los rigores del sistema penitenciario.
Un fin de semana más largo de lo habitual, pues el viernes libré, así que toca empezar desde el jueves. Ese día lo más relevante fue que me restituyeron Internet. A eso de las 14:15 vino el técnico y lo reparó. Pero no se lo pierdan, gracias a su visita pude descubrir que de la tele que di de baja hace 3 años, Euskaltel me seguía cobrando euro y medio al mes, en concepto de alquiler del decodificador, un cacharro que no usaba para nada, solo comía espacio y no se fue a la basura durante la mudanza de puro milagro. Llamé y pedí que me dieran eso de baja, que ya les devolvía yo el deco. Lo que me dio rabia, más que el euro al mes, es que cuando di de baja la tele no me advirtieron de esto.
Una vez con Internet, un rato de gimnasio (¡esta semana he ido cinco días seguidos!), a hacer unas compras y a casa. Ese día podría dormir tranquilamente.
El viernes por la mañana me dedico a vaguear e ir al gimnasio a correr y por la tarde una actividad más original, pues como motivo del cumpleaños del Sr. Baldrick, fuimos a una sala de escape, una que simula una cárcel, y de la que no voy a contar gran cosa, pues la gracia de estos sitios es dejarse sorprener. Tampoco puedo decir si es buena o mala, que no es un mundillo que conozca mucho, pero como pudimos salir, nos quedó el regusto agradable.
Luego a tomar unos cacharros, después cenar y por fin a casa.
El sábado por la mañana muy parecido al viernes, pero la tarde ya no. Me fui en metro a Barakaldo para ir al cine y volver dando un paseo, con sus 8 kilómetros. Cené algo por el camino, llegué a casa, me duché, pasé un rato por el local de la asociación (que legalmente no es lonja, por lo que no se ve afectada por las restricciones legales) y a casa.
Domingo por la mañana, repetimos lo del gimnasio, luego un poco de tele y consola, una tarde jugando al Arkham Horror y a casa. Eso ha sido el fin de semana.
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