El caldo primordial.
Día caluroso, tarde libre, las circunstancias que generalmente me llevaban a coger la mochila y acercarme a la piscina para echar unos largos. Pero ahora, con esta "nueva normalidad" en la que todo ha cambiado, las cosas no son tan sencillas y no es tan fácil como plantarse en el polideportivo con el bañador y el carnet municipal.
En su lugar, el acceso a las piscinas es con cita previa, lo que generalmente supondrá que hay que decidir con antelación cuándo quiere uno ir a remojarse (lo que contrasta mucho con mis caóticas y aleatorias costumbres). Pero como probar es gratis, he mirado si había hueco en alguna piscina y he encontrado que tenía, además con un horario que me pillaba bien, en la piscina interior del polideportivo de Txurdinaga, piscina que cuenta el honor de ser en la que literalmente aprendí a nadar, pues es a la que iba con la escuela y también a la que me llevaba mi padre cuando era niño.
Así que, aunque ha sido totalmente fortuito, no deja de tener su simbolismo que la primera vez que voy a nadar en este nuevo paradigma sea también la primera piscina en la que nadé.
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