Lo mismo multan un coche en doble fila que se infiltan en una organización terrorista internacional.
Para mí esa época de finales de los 90, principios de los 2000, fue una era dorada de las series de televisión españolas, y mi rutina semanal nocturna entre semana era verme la serie de turno de Telecinco o Antena 3 (algo que hoy sería para mí impensable), y dentro de esa generación de series destacaron dos, de temática similar pero algo distintas en el tono y su estética, como fueron esta y mi adorada El comisario. Y esta contaba con una curiosa peculiaridad, y es que diría que todos los títulos de los capítulos pertenecen a los poemas tan característicos que dentro del capítulo recitaba Toño, uno de los personajes.
Con un punto algo más oscuro, Policías trataba de explorar el submundo de las miserias humanas, con casos muy sórdidos y efectistas, y con personajes muy atormentados, siempre con un cierto aire decadente, de gente que vive su vida a la deriva. Menos episódica que la otra, solía tener más o menos un caso central por temporada, y me gustaba mucho que daba bastante continuidad y recorrido a las tramas, de manera que cosas de la primera temporada podía tener importantes consecuencias en la última (de hecho, el villano principal de la última temporada era un personaje al que presentaban en la primera), y eso le daba bastante empaque narrativo. También en esa línea, que casos aparentemente cerrados, volvían a colerar temporadas después, como el sonado caso del snuff (que fue el que me enganchó de verdad a la serie).
Me gustaba de ella que se tomaba el tiempo en desarrollar bastante bien a sus personajes y las relaciones que se forjaban entre ellos, aunque hubiera cosas que quedaban un poco forzadas, si bien eso está lejos de ser patrimonio exclusivo de esta serie (cosas como que siempre se iban todos juntos de fiesta al terminar de trabajar, todos los días y siempre al que parecía ser el único bar de todo Madrid).
En el lado negativo toca criticarle su falta de rigor, y sus constantes patadas a la realidad del trabajo policial (en la vida real estarían todos con su correspondiente expediente de expulsión del CNP) y en los juicios, donde cada frase era un insulto a la Ley de Enjuiciamiento Criminal. Sin embargo, esas lagunas no tapan que Policías fue un gran producto de entretenimiento, y por la tontería una de las series que más veces he visto...
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