La recuela de 2022 fue, sin lugar a dudas, lo mejor que le podía haber pasado a Scream. Reinventaba, con un toque de frescura la saga y hacía una película fresca y muy divertida, reasentando las bases para el futuro de la franquicia cuando parecía que estaba más que muerta. Pero en el slasher, ya se sabe, nunca te puedes fiar de que alguien parezca muerto.
En esta secuela tiran, voluntaria o involuntariamente, por la vía de la sobreexplotación, queriendo hacerlo todo más a lo grande, recuperando personajes olvidados de entregas anteriores y buscando nuevamente el enésimo giro de tuerca, y aunque es cierto que toda crítica destructiva que se le pueda hacer en este sentido es cierta, para mí sí consigue su propósito de entretener, manejando con gracia muchas de las fórmulas que me gustaron de su antecesora y que quizás no supe disfrutar en su día de la cinta original.
A mí, sin duda, me ha funcionado y me ha servido para volver a salir contento del cine.
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