A principios de año me parecía una quimera. Estaba en 120, y lo de bajar peso empezaba a ser ya algo a tener en consideración. No era fácil, pero ya en marzo me dio por tomármelo en serio, y esforzarme un poco en comer menos (sobre todo comer menos cosas insanas, claro), y mantener el ejercicio. Los resultados fueron dejándose ver, y me planteé como objetivo llegar a los 100 en septiembre. Y así ha sido, pues hoy, muchos años después, la báscula mostraba una cifra que no empezaba por 1. Algo para lo que habría que remontarse al año 2002.
99,8 era la feliz cifra, algo impensable hace no tanto, pero que he podido conseguir. Ya no parece tan utópico aquello que me dijo el médico en enero, cuando me dijo que podía volver a pesar los 90 que pesaba cuando tenía 20 años. Casi me río, pero ahora ya no parece tan imposible. Pero sin prisa, que esto no es un sprint. Ahora lo importante es mantener, no retroceder el camino y como propósito me conformo con acabar el año sin pasar de los 100.
Y ni dieta Dukan, ni pollas en vinagre. El secreto: no comer sin hambre, reemplazar el picoteo por fruta, ejercicio (el gimnasio ayuda mucho, claro) y sobre todo, no renunciar a la comida basura puntual ni a las cenas/comidas sociales.
99,8 era la feliz cifra, algo impensable hace no tanto, pero que he podido conseguir. Ya no parece tan utópico aquello que me dijo el médico en enero, cuando me dijo que podía volver a pesar los 90 que pesaba cuando tenía 20 años. Casi me río, pero ahora ya no parece tan imposible. Pero sin prisa, que esto no es un sprint. Ahora lo importante es mantener, no retroceder el camino y como propósito me conformo con acabar el año sin pasar de los 100.
Y ni dieta Dukan, ni pollas en vinagre. El secreto: no comer sin hambre, reemplazar el picoteo por fruta, ejercicio (el gimnasio ayuda mucho, claro) y sobre todo, no renunciar a la comida basura puntual ni a las cenas/comidas sociales.
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