Enormes, especialmente McConaughey.
Esta serie ya tenía algo especial desde la primera vez que supe que la iban a hacer. Leí sobre una nueva serie policiaca de la HBO, ambientada en la América más rural y profunda, con un ambiente gris y opresivo, con un presumible trasfondo de sectas y asesinatos rituales. Instantáneamente, y aún sin existir, ya se había convertido en una de mis series favoritas. No me importó que estuviera protagonizada por dos actores a priori no muy prestigiosos (a McConaughey, especialmente, le ha perseguido durante muchos años el sambenito de mal actor), porque sabía que iban a sacar petróleo de ellos. Y no petróleo, sino diamante, coltán y hasta tinta de impresora, pero de eso ya hablaré más adelante.
Cada avance o trailer que veía acrecentaba mis ganas de ver esta serie, cuya atmósfera pintaba de maravilla, lo que incrementaba el peligro de decepcionar. Si esperas mucho de algo, te arriesgas a que no te dé todo lo que le pides.
No fue el caso de True Detective. Con un opening maravilloso, una hechura impecable, y un espectacular trabajo de McConaughey, que fabrica a Rust Cohle, personaje que ya ocupa un puesto en el hall de la fama de personajes memorables de televisión, la serie conseguía cautivar, a pesar de ser la trama en algunos momentos algo compleja, pero muy creíble.
El punto de enganche es el interrogatorio, 17 años después, a los agentes que trabajaron en un misterioso asesinato, y la narración en dos tiempos nos va dejando ver los detalles del caso, y de lo más importante, de la relación entre ambos protagonistas, todo muy bien llevado. Y el gope viene cuando en uno de los capítulos hacen su aparición referencias a Carcosa y el Rey Amarillo y de repente la serie se traslada a los mundos de H.P. Lovecraft, para gozo de este humilde espectador.
La primera temporada de la serie es una historia autoconclusiva de 8 capítulos, con un final directo y eficaz, que aunque puede no gustar a los amantes de hacerse pajas mentales con las teorías, a mí me ha parecido perfecto, y con una escena climática que me tuvo pegado al asiento.
Clásico instantáneo y ahora a esperar a ver qué nos depara la segunda temporada. El listón de Cohle y Hart está muy alto. Especialmente el de Rust Cohle, que pasa a convertir a Matthew McConaughey en uno de mis actores fetiche.
Cada avance o trailer que veía acrecentaba mis ganas de ver esta serie, cuya atmósfera pintaba de maravilla, lo que incrementaba el peligro de decepcionar. Si esperas mucho de algo, te arriesgas a que no te dé todo lo que le pides.
No fue el caso de True Detective. Con un opening maravilloso, una hechura impecable, y un espectacular trabajo de McConaughey, que fabrica a Rust Cohle, personaje que ya ocupa un puesto en el hall de la fama de personajes memorables de televisión, la serie conseguía cautivar, a pesar de ser la trama en algunos momentos algo compleja, pero muy creíble.
El punto de enganche es el interrogatorio, 17 años después, a los agentes que trabajaron en un misterioso asesinato, y la narración en dos tiempos nos va dejando ver los detalles del caso, y de lo más importante, de la relación entre ambos protagonistas, todo muy bien llevado. Y el gope viene cuando en uno de los capítulos hacen su aparición referencias a Carcosa y el Rey Amarillo y de repente la serie se traslada a los mundos de H.P. Lovecraft, para gozo de este humilde espectador.
La primera temporada de la serie es una historia autoconclusiva de 8 capítulos, con un final directo y eficaz, que aunque puede no gustar a los amantes de hacerse pajas mentales con las teorías, a mí me ha parecido perfecto, y con una escena climática que me tuvo pegado al asiento.
Clásico instantáneo y ahora a esperar a ver qué nos depara la segunda temporada. El listón de Cohle y Hart está muy alto. Especialmente el de Rust Cohle, que pasa a convertir a Matthew McConaughey en uno de mis actores fetiche.
El opening que podría ver una y otra vez.
1 comentario:
Pues a mí me has convencido, Jokin.
Serie que me obligaré a ver. :P
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