Bilbao cuando hay fútbol.
Ayer fue un día en el que me habría gustado estar lejos de Bilbao. El motivo: equipo de fútbol local gana torneo de verano y algunos lo celebran como si hubieran ganado la Segunda Guerra Mundial, con gritos, petardos y bocinazos que se extendieron hasta altas horas de la madrugada.
Evidentemente no me gusta el fútbol y no me gusta el Athletic (¡Sorpresa, no a todos los de Bilbao nos gusta!) y me gustaría poder vivir ajeno a él, pero eso es básicamente una utopía, ya que cada vez que juega un partido, aunque sea una pachanga de verano como la Supercopa, se paraliza la ciudad, y resulta algo tremendamente intrusivo para los que queremos pasar olímpicamente del asunto.
Cada vez que hay un partido medianamente importante cruzo los dedos para que no ganen, ya que sé lo que pasa cuando ganan: ruidos y molestias hasta tarde. Por eso hace mucho que pasé de la indiferencia al firme deseo de que no ganen ni en los entrenamientos.
"Si no te gusta, no lo veas, pasa de ello", claro. Ojalá fuera tan sencillo viviendo en el centro de Bilbao...
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