Recién salidos del agua.
En este fin de semana de tres días, en cuyo Ecuador estamos más o menos, hago la pausa para hablar del sábado, que tuvo su movimiento (el viernes poca historia: reunión de Moskotarrak de cara a Semana Grande y salir a tomar unas cañas con unos amigos a la tarde-noche).
Era un cumpleaños, y el plan era ir a los castillos hinchables de Gorliz, donde por 5 euros se pasa uno una hora haciendo el idiota, pegando saltos, resbalando y cayendo al agua, cual concursante de Humor Amarillo, todo muy divertido y acompañado por un fabuloso sol (que dejó huella en mis brazos, donde no me acordé de darme crema). Divertido, sí, pero cansado de narices, y así me he levantado hoy con agujetas.
¡Al asalto!
Después de salir, del baño y el bocata, volvimos a Bilbao, donde tenía que terminar de preparar la partida que dirigía a la noche en los Campos de Marte, pero como no se apuntó nadie, se canceló, y tras estar un poco de charleta y jugando a juegos de mesa, me retiré pronto a casa. Que el plan matutino es divertido pero agotador.
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