¿Quién ha sido el gracioso que ha puesto cebolla en la tortilla de patata?
No hablo de la cena de nochevieja, que dada la fecha podría parecerlo, sino de la película que se llama así, "La Cena". Dos matrimonios, concretamente un congresista de los EEUU, su hermano y sus respectivas parejas, se reúnen para cenar en un restaurante de superlujo, en lo que es la excusa para tratar un tema muy importante, pues tienen un secreto de familia que podría costarles muy caro, y les hace tomar duras decisiones. Saldrán también a la luz los problemas de salud mental de uno de los asistentes, así como rencillas familiares antaño enterradas.
La película, que se me ha hecho un tanto aburrida, tiene para mí dos fallos. Uno es que parece no tener muy claro lo que quiere contar, como si quisiera ir a muchas cosas a la vez. Y pese a que una de las líneas tiene su cierto interés (la de los hijos y el cajero), la trama concerniente al personaje de Steve Coogan resulta confusa, sobre todo en cuestión de tiempos, con algunos flaschabcks que generan más desconcierto que la luz que arrojan a la trama. y algunos, no sé si por perderse en lo metafórico, solo servían para perderse. O al menos a mí se me escapaba algo con tanto Gettysburg para arriba y para abajo.
Es una película que parece también pretender invitar a la reflexión sobre varios temas, y aunque muchos de ellos son interesantes, como el estigma social de las enfermedades mentales, la responsabilidad familiar contra la ética o la costumbre a dulcificar a las víctimas por el mero hecho de serlo, son píldoras que bien se tropiezan con la trama, bien quedan como hilos sueltos, sin que terminen de funcionar.
Y para rematar, un final abrupto tras una escena en la que los actores parecían ya desganados termina de estropear esta película con la que sigo sin tener claro del todo qué nos quería decir el director. Tiene sus momentos buenos, sí, pero el resultado final no pasa el corte.
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