Pues los actores eran bastante conocidos.
Genial como siempre, aquí Álex de la Iglesia (posiblemente mi director de cine favorito) se lanza al remake, de la italiana Perfetti sconosciuti y nos regala esta comedia sobre cómo afectan las comunicaciones modernas a las relaciones humanas.
La premisa es la siguiente: un grupo de amigos se juntan para cenar y deciden poner los teléfonos encima de la mesa, de manera que todos los mensajes y llamadas que entren son esa noche de dominio público. Un caldo de cultivo perfecto para que vaya saliendo mierda a la luz y aquello se convierta en el rosario de la aurora.
Muy teatral y muy divertida, es una película que se pasa en un suspiro, y que alcanza momentos en los que la hilaridad es absoluta. Hacía tiempo que no recordaba escuchar tanta carcajada en una sala de cine, la verdad, y es que hay golpes que son geniales. Esto tiene su gracia sobre todo si tenemos en cuenta que, como buen fanboy, no suelo molestarme en investigar mucho sobre las películas de Álex de la Iglesia cuando voy a verlas (como si hace un documental sobre caracoles, voy a ir al cine), así que fui al cine convencido de que iba a ver un thriller, y me encontré con esta joya.
Por ponerle pegas, que siempre hay, el cierre es un tanto brusco y tal vez no todo lo elegante que me hubiera gustado que fuera. Debería haber desarrollado un poco más, o sencillamente haber terminado un par de minutos antes, y aunque se entiende lo que nos quiere contar (que no deja de ser profundizar sobre lo que nos ha contado desde el principio, sobre matar al mensajero, culpando al medio que nos da la noticia y no de quien la causa) es un cierre que se llevará no pocas críticas.
Pero salvando eso, es una película que me ha encantado, que me ha hecho reír, que nos da grandes actuaciones (incluso he de confesar que de un tiempo a esta parte le estoy perdiendo a Eduardo Noriega la tirria que le tenía) y que a ratos parece una partida de rol en vivo.
La premisa es la siguiente: un grupo de amigos se juntan para cenar y deciden poner los teléfonos encima de la mesa, de manera que todos los mensajes y llamadas que entren son esa noche de dominio público. Un caldo de cultivo perfecto para que vaya saliendo mierda a la luz y aquello se convierta en el rosario de la aurora.
Muy teatral y muy divertida, es una película que se pasa en un suspiro, y que alcanza momentos en los que la hilaridad es absoluta. Hacía tiempo que no recordaba escuchar tanta carcajada en una sala de cine, la verdad, y es que hay golpes que son geniales. Esto tiene su gracia sobre todo si tenemos en cuenta que, como buen fanboy, no suelo molestarme en investigar mucho sobre las películas de Álex de la Iglesia cuando voy a verlas (como si hace un documental sobre caracoles, voy a ir al cine), así que fui al cine convencido de que iba a ver un thriller, y me encontré con esta joya.
Por ponerle pegas, que siempre hay, el cierre es un tanto brusco y tal vez no todo lo elegante que me hubiera gustado que fuera. Debería haber desarrollado un poco más, o sencillamente haber terminado un par de minutos antes, y aunque se entiende lo que nos quiere contar (que no deja de ser profundizar sobre lo que nos ha contado desde el principio, sobre matar al mensajero, culpando al medio que nos da la noticia y no de quien la causa) es un cierre que se llevará no pocas críticas.
Pero salvando eso, es una película que me ha encantado, que me ha hecho reír, que nos da grandes actuaciones (incluso he de confesar que de un tiempo a esta parte le estoy perdiendo a Eduardo Noriega la tirria que le tenía) y que a ratos parece una partida de rol en vivo.
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