Llegó el tranvía.
Le ha llevado su tiempo, pero este gamberro juego de cartas basado en el dilema del tranvía ya está en mi poder, y por lo que he podido probar y ojear, es un filler ligero y muy divertido, ideal para echar unas risas en plan fiesta.
La mecánica es muy simple: un jugador es el conductor, que tiene que decidir por qué vía manda el tranvía, sabiendo que haga lo que haga va a atropellar a alguien. Los jugadores son dos equipos, que tienen que evitar que su carril sea atropellado, y para ello tienen cartas buenas (un gatito, niños, la entrañable abuelita...) para poner en su carril y cartas malas (RoboHitler, un grupo de mafiosos, el inventor del despertador...) para el carril ajeno. Para más guasa, hay cartas que modifican las anteriores (la abuelita realmente trafica con crack, y los mafiosos en el fondo salvan bebés foca), de modo que se van poniendo en fila y hay que convencer al conductor, con los argumentos más peregrinos y delirantes que vayan viniendo a la cabeza, a fin de que decida atropellar a los otros.
Y así es el juego, simple, rápido y muy de cachondeo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario