Destornillador de mango, bebida del sábado.
En esta sección fija de los domingos voy al viernes, donde no hay nada especialmente relevante. Podría señalar que comí arroz, lo que por sí solo no dice nada, que no es que sea un alarde de gastronomía, pero era la primera vez que usaba, después de mucho tiempo, el robot de cocina, que por fin me decidí a sacar de la caja, así que me fui a algo sencillo y básico. Si me cargo algo, que sea barato. Y salió comestible, lo que me anima a darle más vida al aparato y probar con cosas más elaboradas.
Después de estar en casa haciendo nada, me fui al gimnasio a sudar y luego a la lonja, donde juego hasta las tantas un Terraforming Mars, con todas sus expansiones.
Sábado por la mañana va de rol, una nueva entrega de El resurgir del dragón, con su correspondiente comida en la pizzería (que es ya casi parte de esa partida), y por la tarde a la lonja de nuevo, para jugar entre otros, al Arquitectos del reino del Oeste.
Por la noche, salimos al Rasputín a tomar algo tranquilamente y me retiro no demasiado tarde. De hecho, para las 23:00 ya estaba en casa.
El motivo de levantarme pronto es que hoy tenía ensayo, para hacer en febrero la obra de Angelina, en Otxarkoaga a las 10:45. Hecho el ensayo, bajo dando un paseíto, como, hago la seta de sobremesa y segunda partida de rol del fin de semana, con otra sesión de la campaña de Warhammer.
¡Y Bilbao Basket vuelve a ganar!
¡Y Bilbao Basket vuelve a ganar!
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