jueves, 27 de febrero de 2020

Bojack Horseman

El antihéroe más equino.

Me costó muchísimo pillarle el punto a esta serie. La empecé con la idea equivocada de que era simplemente una serie de humor absurdo con personajes antropomórficos, y a medida que iba viendo capítulos notaba que algo no encajaba, y no veía por ninguna parte esa gran serie de la que muchos hablaban. De vez en cuándo veía algún capítulo, pero aunque veía mimbres, nunca me terminaba de enganchar, no me gustaba mucho. Y hablo en pasado, pues ahora que la he terminado creo que es una serie que bien podría estar en un top de buenas series.

Mi error era que la veía muy espaciada, y no conseguía terminar de hacerme a ella, pues su mérito está en ver cómo van evolucionando los personajes (física y mentalmente), que pese a ser animaloides de dibujo en apariencia cutre y trazo grueso, son de lo más humano que se pueda uno echar a la cara y es difícil, nos caigan bien o nos caigan mal, no empatizar con ellos en algún momento. 

Bojack Horseman es la historia de un actor semiacabbado, estrella de popular serie de televisión en los 90, que vive una vida nihilista de drogas, alcohol y sexo, tratando de relanzar su carrera, pero también es una serie sobre los entresijos de Hollywood y sobre todo es una serie sobre las relaciones y la condición humana.

La amistad, el amor, la pérdida, la culpa, la depresión, problemas de la sociedad actual... son muchos los temas que bajo una pátina de aparente "jeje, animalitos" toca esta serie de manera magistral, con algunos episodios que son de quitarse el sombrero y algunos finales que son de dejar al espectador clavado al sofá. Las bofetadas emocionales que reciben a veces los protagonistas son tan impactantes que casi parecen salir de la tele y dar en la cara del que la está viendo.

Esto lo adorna, y muy bien, con detalles de humor (al principio de la serie más absurdo, pero poco a poco mucho más inteligente), que juega muy bien con la dualidad humano-animal de los personajes y se convierte en una serie que hace reír, hace llorar y hace pensar. 

La empecé por empezar, la tuve medio abandonada, la picoteé por inercia, la seguí sin ganas, pero llegó un momento en el que algo hizo click, y de la misma manera que estuve casi dos años para ver las primeras dos temporadas, las otras 4 me las he visto literalmente en 12 días. Yo no lo terminaba de creer en su momento, pero no mentían quienes me hablaron de una serie imprescindible.

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