Henry otea el horizonte.
Uno de los exponentes más célebres del género "walking simulator"(aunque en este caso toca hacer el chiste y decir que es walkie-talking sumulator), Firewatch nos transporta a finales de los 80 para ponernos en la piel de Henry, un hombre de mediana edad que poe motivos que el juego nos cuenta decide buscar trabajo como guarda forestal en un parque natural. Allí, rodeado de un entorno bucólico y la más absoluta soledad, recorre diariamente el parque, en busca de entuertos que desfacer y con la única compañía de Delilah, la voz al otro lado de la radio.
El encanto del juego reside en la historia que nos cuenta, dado que es totalmente lineal y casi exento de componente lúdico como tal. Hay alguna cosa que se puede parecer remotamente a un puzzle, pero en general es un juego que consiste en avanzar y dejarse llevar por la historia. Las únicas decisiones que tomamos son las respuestas que podemos dar en nuestras conversaciones con Delilah, aunque tampoco afectan al desarrollo de la historia. Pero esto no es un problema, dado que la experiencia que propone Firewatch es la de empatizar con Henry, vivir su día a día e ir descubriendo la historia que encierra este parque.
Un juego muy cortito que en dos tardes te lo has pasado y le echo en cara que el final es un tanto anticlimático y con cierta sensación de gatillazo, con una tensión que se disuelve demasiado de golpe. Pero lo importante aquí no es el destino sino el viaje, y es un viaje que vale la pena hacer.
De este estilo me sigo quedando con What remains of Edith Finch o Road 96, pero más por mérito de aquellos que por mérito de este, que también lo he disfrutado mucho.
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