Enésimo videojuego inspirado por la obra de Lovecraft, pero esta vez con la licencia oficial de Chaosium Inc, editorial que publicó el popular y homónimo juego de rol.
Nos pone en la piel del arquetípico Edward Pierce, un detective privado, veterano de guerra, que malvive compartiendo sus pensamientos con una botella de whisky en su despacho con puerta de cristal, hasta que un día recibe el encargo para investigar un caso; la misteriosa muerte de una familia en la isla de Darkwater, cerca de Boston. Como es de esperar, allí descubrirá que las cosas son mucho más enrevesadas y horribles que lo que le parecieron al principio.
Call of Cthulhu es, en pocas palabras, lo que debió haber sido y no fue el Dark Corners of the Earth. A diferencia de aquel, que se convertía en una ridícula y desesperante ensalada de tiros, este juego sí consigue transmitir las sensaciones de investigación, horror y descenso a la locura del personaje protagonista.
Aquí, la forma de investigar está más lograda. Tanto en las conversaciones, que van moviendo la historia, como la inspección ocular de las pistas y escenarios se ven condicionadas por las habilidades que hayamos ido adquiriendo (¡tiene PX!). Así, si tenemos un elevado valor en Elocuencia, las conversaciones nos abrirán más opciones de diálogo (a lo Mass Effect), y si tenemos una buena percepción, habrá objetos que sí podremos ver.
El combate como tal no existe, y cada vez que sale algún bicho es más importante correr y esconderse (o morir, cada uno tiene sus gustos), y matarlos depende más de activar los objetos adecuados que de apretar rápido el gatillo. Hay, por supuesto, tiroteos, pero no funcionan como un shooter al uso, sino que se nos da la opción de usar el arma o no, y matar gente o no. Con el consiguiente coste para nuestra salud mental.
La cordura, no podía ser de otra manera, también juega un papel importante, y es que leer libros, ver cosas de los mitos o participar en ellas, nos harán ir perdiendo la salud mental, lo que nuevamente irá abriendo y cerrando puertas argumentales, lo que nos encaminará hacia uno u otro final. Yo saqué dos, pero sospecho que hay unos cuántos más.
Otra cosa que me gustó más que en el Dark Corners of the Earth (es que la comparación es inevitable) es que aquí la dificultad está mucho mejor medida. Aquí hay alguna escena un poco retorcida, en la que podemos morir varias veces (¡hola, galería de cuadros!), con un poco de paciencia lo acabamos resolviendo, pues va más de averiguar qué hacer que de pisar el pixel adecuado en el momento adecuado, de modo que no llega a desesperar.
Sin duda un buen juego, con una historia y una ambientación muy logradas.
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