Pues justo risa no daba, no.
Seguimos revisitando clásicos en un género como es el terror, muy dado a ello, y en esta ocasión le toca el turno a Evil Dead, que de la mano del tandem Sam Raimi en la producción (que no en la dirección, eso queda en manos de Lee Cronin) nos traen una nueva secuela, algo menos mamarracha (aunque tiene sus puntos) y mucho más gore.
Tras una potente escena preludio en una cabaña, la acción se traslada a un destartalado bloque de apartamentos, donde vive la familia que desatará la maldición y vivirá el calvario al que se enfrentan los que leen el libro de los muertos en voz alta (que no se quejen, al menos no es una novela de Sánchez Dragó). Y lo cierto es que la película empieza bastante errática, sin personalidad, con aires de película de terror genérica, pero poco a poco va cogiendo forma, se va soltando, y se entrega a la casquería más desatada, logrando escenas visualmente muy poderosas. Aquí ayuda mucho la labor de Alyssa Sutherland, que sabe explotar sus característicos rasgos faciales para ser verdaderamente perturbadora.
No es una película que vaya a reinventar el género, pero pasa el corte, y el ir de menos a más siempre deja un buen regusto.
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