martes, 30 de mayo de 2023

Sucession

La entrañable familia Roy.

Estamos ante una de las series (merecidamente) más aclamadas de los últimos tiempos y que me pasó bastante desapercibida hasta hace poco. Sabía de su existencia, pero nunca había llamado especialmente la atención, hasta que movido por las recomendaciones me animé a empezarla y solo puedo decir que no me ha durado ni mes y medio, y que si no la terminé antes es porque me puse al día hace dos semanas, lo que me ha permitido ver el último capítulo el día de su emisión.

¿De qué va Succession? 

Nos cuenta la historia de la familia Roy, los muchimillonarios y asquerosos hijos del magnate Logan Roy (un nada disimulado trasunto de Rupert Murdoch), que ante la inminente jubilación de su padre deciden sacar las uñas y los cuchillos para ver quién se queda con el imperio familiar, con todo el festivalk de maniobras turbias y puñaladas traperas en el proceso.

Pero los hermanos Roy, y ahí reside la genialidad de esta serie, son mezquinos pero no brillantes. Son humanos, y como tales tienen sus aciertos y sus errores, pero ni de lejos todo lo listos que se creen (alguno incluso es directamente idiota). Son gente que ha nacido en una cuna de oro y vive completamente desconectada de un mundo y sus reglas, que no van con ellos. Pero son personajes tan tremendamente bien construidos a los que no coges ningún cariño (y si en algún momento tienes dudas, hacen de las suya y se te pasa) pero que resultan fascinantes, algo a lo que contribuyen las fabulosas interpretaciones, en las que no hay escena en la que no brillen absolutamente todos sus protagonistas. En este sentido, Sucession es uno de los mejores trabajos de direción, fotografía y actuación que he visto en mucho tiempo en una serie, con un lenguaje visual que es capaz de contar y transmitir infinidad de cosas con pequeños detalles. 

El otro punto fuerte es que, siendo una serie sobre gente que vive en un mundo paralelo, consigue ser perfectamente creíble en sus tramas y las motivaciones de sus personajes, y sin necesidad de grandes artificios o de rimbomantes giros de guión, logra funcionar como un reloj e instalarse en el Olimpo de las grandes series de la televisión. Imprescindible.

Y ahora, por recuperar viejas costumbres, mi particular homenaje Southparkero:

¿Se reconocen?

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