Mejor el cartel que el documental.
En 1973 un tal Mike Olfield lo petó con Tubular Bells, que sobre todo se conoce por ser "la musiquita inquietante de El Exorcista", y fue tal el pepino que con motivo de su 50 aniversario se hizo un musical. Y de esto es lo que nos habla este documental, aburridísimo para mi gusto y lleno de paja, con aires de reality que para mí le sobran y un poco de dramita innecesario, lo que quita tiempo a ver el espectaculo en sí, del que al final nos muestran algunos cachos mal cortados, y lo hacen cuando (hablo por mí, claro) ya se ha disipado todo el interés.
Ideal contra el insomnio.
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