Mi comida sale rica, no bonita.
"Es que me da pereza cocinar" es una frase que habré pronunciado cientos de veces, el "a mí me sacas del microondas y ya me pierdo" se asemeja a mis dotes culinarias de hasta hace no tanto y "uf, es que soy muy vago, por eso no cocino" era mi mantra.
Bien. Ninguna de esas tres afirmaciones debería ser obstáculo para meternos en la cocina y hacernos cosas ricas para comer, y esta receta es prueba de ello.
Para hacerla he usado:
-Un chorrito de aceite de coco
-Un brik de leche de almendras
-Una cucharada de tikka masala
-500 gramos de carne picada de pollo
-Una bolsa de cebolla troceada congelada
-Un sobrecito de ketchup
-Una cucharadita de harina
Lo primero es calentar el aceite, al que más tarde echaremos la cebolla. Mientras tanto, hacemos unas pelotillas con la carne y, si tenemos, las metemos un par de minutos en una freidora sin aceite. También ponemos a hervir la leche de almendra, para que pierda algo de agua, y cuando haya soltado bastante vapor, lo echamos a la olla, con la cebolla frita. Mezclamos con la tikka massala y removemos. Echamos el sobrecito de ketchup (suena a herejía, lo sé, pero le da un toque majo) y mezclamos bien. Si está muy liquidurrio, es cuando echamos la harina.
Con eso ya tenemos la salsa, y (si como yo) eres una persona de bien, a la que no le gusta la cebolla, le das amor con la batidora, para que quede más cremosa. Ahí echamos la carne, calentamos hasta que esté hecha, cociéndola en la salsa, y ya tenemos nuestro propio pollo tikka masala, que no va a ser ni parecido al que nos sirven en el restaurante, pero va a estar rico, y con la satisfacción de haberlo hecho nosotros.
Síganme para más recetas simples y sin esfuerzo.
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