La primera entrega me gustó basante poco, de hecho me aburrí como una ostra viéndola. ¿Entonces por qué me fui al cine a ver la segunda? Supongo que porque soy masoquista o porque quería aprovechar que con el pase anual me sale gratis. Eso y que albergaba alguna esperanza de que esta segunda entrega ofreciera algo más interesante.
No es el caso y me gustó aún menos si cabe, con un desarrollo plomizo y una historia manida que intenta hacer terror elevado pero se limita a ser un cascarón vacío para las dos o tres escenas medio interesantes que tiene. Que sí, que la gente con esa sonrisa tan chunga da mucho mal rollo pero cuando abusas del recurso narrativo de que todo era una pesadilla llega un momento en el que el impacto es cero y ya no te crees nada. Además, la película se pierde tanto en su propio laberinto mental que llega un momento en el que ya no tiene sentido, empezando con un prólogo completamente inconexo y absurdo, repleto de decisiones estúpidas y cuyo peso en la historia es cero hasta un final que se supone impactante pero que en realidad no tiene absoltamente ningún encaje coherente con la película.
Esto no hay por dónde cogerlo, de verdad.
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