La copa que no pude ganar.
Hoy hemos terminado el torneo de Fórmula D, un divertido y azaroso juego que simula las carreras de Fórmula 1, con un poco de estrategia y mucho de dados, pero que consigue gustar incluso a gente a la que, como a mí, no le gusta nada de nada la Fórmula 1.
El campeonato constaba de tres carreras, que hemos ido jugando cuando podíamos, y cada una consistía en dos vueltas al circuito, jugando en equipos de dos (yo era amarillo, por supuesto). La primera carrera fue mediocre (para mi equipo, se entiende), mientras que la segunda fue bastante gloriosa, tanto que mi compañera de equipo ganó con autoridad y yo estuve a punto de tocar podio. Hoy la cosa no ha ido tan bien, y de hecho ha habido momentos de la carrera en los que coqueteaba con el farolillo rojo y al final, aunque hemos estado cerca de ganar la clasificación por equipos, no ha podido ser.
Sin embargo, esto no iba de ganar sino de divertirse, y es algo que todos hemos hecho con creces. Los dados hacen que este sea un juego cruel y arbitrario, pero también uno en el que te diviertes igual, tanto si ganas como si no.
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