Non euskalduna, han Euskadi.
Mikel es un bermeano que, harto de la vida en Euskadi, se va a vivir a un aislado pueblo de Argentina, donde un sobrino de su abuelo le ha hecho una oferta de trabajo, paa encontrarse con que, pese a que su intención era alejarse por completo de todo lo vasco, el pueblo tiene una importante comunidad de descedientes de vascos, que no dejan a Mikel desconectar de su pasado.
Así contado, es la típica comedia de choque cultural, en la que además uno puede adivinar cómo va a terminar en los primeros diez minutos de película (y así es, el final es de todo menos impresivisible), pero lo que no vi venir es el demoledor mazazo emocional que pega la película, que me tuvo con las lágrimas colgando a partir de cierto momento y hasta el final, pero no por lo dramático, sino por lo bonito, ya que es una película preciosa y vital, repleta de humor y ternura.
No obstante, por el tema que trata, no es apta para todo el mundo, pues la película gira en realidad sobre la abuela Dolores, una anciana cuya demencia la tiene desde hace años postrada en un estado casi vegetal, pero que al volver a escuchar de la voz de Mikel su euskera natal, se reactiva y vuelve a ser ella, pero pensando que sigue en su Bermeo de los años 40, que Mikel no es Mikel, sino su hermano (y abuelo de Mikel). Y aunque así contado podría parecer que frivoliza con el tema, lo cierto es que toca el tema con muchísima sensibilidad y ternura, con un trabajo descomunal de ese pedazo de actriz que es Itziar Aizpuru como Dolores.
Una película amable y divertida, que te deja el corazón calentito, pero que puede ser muy dura de ver, y por eso se la desaconsejo, a quien tenga algún familiar mayor en la situación de Dolores.
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