Rumbo a la libertad. |
Año 1996. La ficticia nación de Petria está regida con mano de hierro por el despótico presidente Tyrak, que vive rodeado de lujos mientras mantiene a su pueblo con hambre, ya que todos los recursos del país, en particular el petróleo, son enviados al extranjero. Solo la organización terrorista conocida como "Brigadas Negras", responsables de un atentado que segó varias vidas en 1986, parece oponerse abiertamente a Tyrak.
Y aunque trata de disfrazar esto de una democracia electa, y los medios bombardean con lo bien que va todo, no son pocos los jóvenes que tratan de escaparse del país, para encontrar un futuro mejor, pero esto es peligroso e ilegal, ya que la fuga es un delito gravemente castigado, y a los riesgos inherentes al viaje está el de terminar enviado por la policía a los temidos pozos de hierro.
Esta atractiva premisa nos presenta a Rod 96, un juego que es fundamentalmente una aventura gráfica, dentro del subgénero walk simulator y con toques de roguelike, que nos pone en la piel de uno de esos adolescentes que se escapan de casa para buscar la carretera 96, que lleva a la frontera y de ahí a la libertad, y por el camino nos iremos encontrando con diversos personajes y situaciones que nos harán tomar algunas decisiones, las cuales tendrán teóricas consecuencias en el devenir de la historia.
Durante el juego podremos ir encontrando y colecionando cintas de cassette, con música de la época (y algúnos clásicos atemporales), pero lo que caracteriza al juego es que iremos coleccionando historias, pues no manejamos un único personaje, sino que empezamos con uno de esos adolescentes y cuando termina su recorrido, para bien o para mal (podemos morir de forma cruel, o ser detenidos), jugaremos con otro. Pero mantendremos las habilidades que hayamos ido adquriendo, lo que en realidad nos abre más posibilidades narrativas.
Zoe, uno de los personajes con los que nos encontraremos en nuestro camino.
Con unos gráficos a lo dibujo animado y unos personajes repletos de carisma, que es imposible que nos dejen impasibles (algunos porque les cogermos cariño, otros porque les cogeremos manía y otros porque su mera presencia nos resultará aterradora), Road 96 nos sumerge de lleno en una historia y un mundo que hace que nos olvidemos de que en realidad estamos jugando un juego que muchas veces es pasillero a más no poder, pero cuya narrativa (las escenas no tienen un orden prefijado, y esto sí depende de las decisiones que tomemos) hace de él una auténtica joyita. Muy recomendable.
Además, me resulta imposible quitarme su tema principal de la cabeza.
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