De nuevo en cines.
Esta no va a ser una crítica al uso, ya que todo lo que pudiera decir sobre esta película, una de las más icónicas de la historia del cine, ya está dicho. Pero la cuestión es que por A o por B nunca me había puesto a verla, y de hecho ni siquiera sabía de qué iba (conocía la mítica escena de Gene Kelly pisando charcos y ya), y viendo que este fin de semana la reestrenaban en cines, aproveché para quitarme la espina que tenía pendiente.
Y oye, la verdad es que es una película que aun vista hoy resulta plenamente disfrutable, con un ritmo ameno, momentos muy divertidos y personajes con los que te encariñas en seguida, así como algunos momentos de baile realmente espectaculares (los movimientos de Donald O´Connor resultan hipnóticos). Tal vez se me hizo un poco (solo un poco, tampoco nos vengamos arriba) larga la escena en la que Don presenta al productor su musical de Broadway, pero por lo demás, una película muy divertida, y habiéndola visto uno entiende el porqué de su fama.
Está también genial ver ese ejercicio de metacine que es cómo van contando lo que supuso la irrupción del cine sonoro en Hollywood, que supuso el fin de la carrera de muchas estrellas, y ver algunos de los entresijos de los rodajes, con muchos gags que estoy seguro de que en algún momento ocurrieron en la realidad.
Espero que le cojan el gusto a esto de reponer películas clásicas en las salas de cine, que es una forma maravillosa, y para mí más cómoda, de conocer películas de las que he oído hablar mil veces y nunca me ha dado por ponerme a ver.
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