Haciendo escala en Amsterdam.
Pues ya estoy en casa. Tras esta aventurilla por tierras escocesas, sobre la que ya me iré explayando en entradas sucesivas, por fin he llegado a casa, contento pero con una experiencia más (y menos dinero en la cuenta, pero sabíamos a lo que íbamos).
En cuanto a la experiencia de viajar solo, pues la verdad es que tiene sus ventajas, y es que al no tener que coordinarte con nadie puedes ir totalmente a tu pedo e irte inventando y cambiando los planes sobre la marcha. ¿Que quieres parar? Paras. ¿Que quieres ir a ver ese sitio que se ve a lo lejos y está a tomar por culo? Vas. ¿Que a mitad de camino cambias de opinión y haces otra cosa? La haces.
Evidentemente es mejor cuando tienes otra persona con la que compartir el viaje (en este caso una persona concreta y determinada, que ya sabe que lo es, y no hay que dar más explicaciones), pero esto la verdad es que ha tenido su punto. Pensaba que iba a ser más aburrido, o con muchos ratos muertos y nada más lejos de la realidad.
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