No esperaba que me fuera a gustar tanto.
Lo bueno de ver una película con las expectativas bajas es que a nada que nos sorprenda un poco gratamente ya vamos a salir contentos del cine, y este es sin duda del caso de Godzilla Minus One, que lejos de ser la enésima película de bicho gigante destruyendo ciudades (que también), se toma la molestia de contar una historia, lo suficientemente interesante como para ganarse la atención del espectador, con sus dosis de acción, emotividad e incluso terror, y con personajes lo suficientemente bien construidos como para no estar deseando que venga el bicho y se los coma, sino que de verdad empatizas con ello.
El mito de Godzilla nace, si no me equivoco, del terror sufrido por la población japonesa en forma de bomba atómica en la segunda guerra mundial, y eso se traslada perfectamente a la película, que comienza en los estertores del conflicto bélico y se desarrolla sobre todo en ese Japón de posguerra, hundido moral y económicamente, totalmente devastado, pero intentando sacar fuerzas para salir adelante.
Es precisamente en ese contexto donde nos cuentan la historia de Koichi Shikishima, un ex-combatiente de dicha guerra, que a sus traumas personales, entre los que se cuentan el de sentirse como un traidor que ha deshonrado a su patria (con lo suyos que son los nipones para esto del honor) y el haber sido uno de los supervivientes de un ataque de la lagartija, que se ve de nuevo metido en la lucha contra el terible kaiju, y ve que la vida y la familia que, sin ser consciente de ello, se está forjando, están nuevamente en peligro.
Así contado, no difiere mucho de cualquier otra película de catástrofes, pero la película hace una apuesta tan arriesgada como es jugar a tomarse a Godzilla en serio, y vaya si sale bien. Consigue, o al menos conmigo lo ha conseguido, forjar un relato bastante verosímil de cómo habría sucedido si de verdad hubiera aparecido un monstruo de esas características en el Japón de ese momento histórico. Además cuida muy bien las relaciones entre personajes, cómo Shikishima va creando lazos familiares con dos completas extrañas y su amistad con sus compañeros de trabajo, en lo que no sé si es un homenaje a la mítica Tiburón de Spielberg, que si es lo que pretendía lo consigue. Además, los personajes secundarios, repletos de carisma, consiguen que nos emocionemos cuando están en peligro, nos encariñemos con ellos y deseamos de corazón que se salven.
Cierto es que el final puede pecar un poco de ser estereotípico en exceso, rompiendo incluso un poco la suspensión de la incredulidad, pero entiendo que es una pequeña concesión, totalmente justificada, y que además nos conduce a un final que, no por esperado, es menos satisfactorio.
Como corolario, destaco una frase que me ha encantado, cuando uno de los personajes, ansioso de acción, y con la pena de no haber combatido manifiesta envidiar a su compañero más veterano (el capitán Akitsu, uno de los mejores personajes de la película) quien le responde con sabiduría algo parecido a "el honor es no haber estado en ninguna guerra".
Muy contento con la película, de verdad, y muy contento con haber dejado a un lado mis prejuicios de "pfff, una de Godzilla, qué pereza".
No hay comentarios:
Publicar un comentario