Era difícil sacar una foto peor.
Lo que tienen las navidades es que son una época de reencuentros, que generalmente se traducen en comer y beber. Ayer nos saltamos la parte de beber y nos fuimos directamente a la cena, al menos los que nos unimos a la segunda parte del plan, ya que el menú completo era ir al cine a ver El Despertar de la Fuerza (que yo ya había visto) y luego ir a cenar unas hamburguesas. Yo me uní a última hora, entre otras cosas porque me enteré un poco de rebote, ojeando los múltiples mensajes del grupo que tenemos de Whatsapp (ese medio de comunicación en el que si hay 2-3 mensajes les hacemos caso, si hay 57 los ignoramos).
El tema de conversación, como es lógico, estuvo dominado por comentarios sobre la película, pues ya la habíamos visto todos, pero espero que los comensales de las mesas de al lado ya la hubieran visto, porque uno de los presentes (que no fui yo) ya se encargó de contarla entera a gritos. Supongo que el hecho de que nadie lo apuñalara quiere decir que sí, o que no les importaba.
Ya tras la cena, poco después de las 12, nos batimos en retirada, dando por disuelta la reunión de CasaÍñigo sin Íñigo, que nos acompañó espiritualmente desde Zaragoza.
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