Es acrónimo de Imaginary Friends, así que aunque no lo parezca, el título está bien traducido.
Una niña tiene a su padre en el hospital, donde va a ser sometido a una delicada operación de la que puede no salir vivo. Esa niña, ante la tesitura de poder perder a su padre, empieza a tener visiones de un ser imaginario y gigante.
¿Dónde he visto yo esto antes? Es inevitable que recuerde a Un monstruo viene a verme, aunque ahí acaba todo parecido, ya que son propuestas completamente distintas en desarrollo y tono. Aquella era un dramón y esta un ejercicio de psicodelia happyflower, muy edulcorada e infantil. Demasiado para mi gusto, pues se hacía tan ñoña que resultaba fácil perder el interés en una historia que iba de ningún sitio a ninguna parte y a ratos se limitaba a parecer un bonito anuncio de LSD.
¿Quiere decir esto que es mala? No diría eso. Cierto que el desenlace era obvio y el giro gordo es algo sumamente obvio, tanto que solo pretende ser un giro a los ojos del público más infantil. Pero eso no es algo necesariamente negativo. Simplemente que yo no era el público objetivo.
Hay películas supuestamente infantiles que suelen tener algo más de chicha, y algunas son verdaderas genialidades, pero me temo que no era el caso. Aunque no todas tienen por qué serlo.
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