Ya estoy en Bilbao (en realidad llevo por aquí desde la hora de comer) y toca hablar de las jornadas lúdicas con las que he ocupado el fin de semana, que son las Umbras de Huarte (Navarra).
El jueves me recogía el amigo Mikel en coche, pasábamos a por el señor Gabriel y nos dirigíamos a Amorebieta, para recoger más gente (Nora) y hacer cambio de coche. De ahí ya a Huarte, donde nos instalamos en el hotel (este año cambiaba el Iriguibel de todos los años por el más cercano y barato Don Carlos) y comer, tirando de cafetería. Por la tarde unas partidas de juegos de mesa, con El borde exterior y Ricochet Robots. Por la noche más juegos, con sendas partidas de Arquitectos del reino del Oeste y Underwater Cities.
El viernes resulta ser un día de lo menos lúdico, pero no por ello menos interesante. Por la mañana me acerco al centro comercial para comprar un bañador (el mío se había quedado en Bilbao), vuelvo al sitio de las jornadas y como no pillo a nadie para comer, de vuelta al centro comercial.
Por la tarde, a falta de partidas interesantes, me voy al hotel a descansar un rato y me proponen plan de piscineo. Tenía un bañador por estrenar, de modo que me uno sin dudarlo. Piscina algo cara, pero con burbujitas.
Por la noche, después de cenar, la fiesta, que en mi caso es básicamente terraceo con cubatas, pero echándonos unas risas a costa de la asociación "Pajas entre colegas" (que por lo visto existe de verdad).
El sábado por la mañana mis pulmones deciden organizar una sesión de asma (en realidad la empezaron por la noche), de modo que prácticamente me arrastro hasta la farmacia más cercana (el inhalador se había quedado en Bilbao, haciendo compañía al bañador), pero el Ventolin me sienta como las espinacas de Popeye y vuelvo a estar operativo. Entre pitos y flautas nos da la hora de comer, así que vamos a la cafetería.
La tarde ya sí es más lúdica con un Lacrimosa y un Everdell. Jugadas ambas partidas nos vamos al centro comercial a cenar y por la noche seguimos con juegos, pero ya más ligeritos, como el Despistas o el It´s a Wonderful World, hasta que a eso de las 4 decido irme a dormir.
El domingo por la mañana hacemos el checkout, nos quedamos tomando un aperitivo en el hotel y a eso de las 13:00 volvemos ya para Bilbao, que la ceremonia de clausura nos daba bastante pereza a todos, para qué negarlo.
No han sido unas jornadas muy memorables pero tampoco lo pretendían. No dejan de ser mi metadona post-TdN y voy más a descansar que a jugar, con el aliciente de que aquí sí están mis amigos de Bilbao (aunque ahí ando, a ver si los lío para ir a Rolea).
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