En inglés, Cocaine Bear.
La avioneta de unos narcotraficantes sobrevuela un parque natural, y cuando deja caer su mercancía (varios kilos de cocaína), estos van a parar a las inmediaciones de un enorme oso negro. Y de la misma manera que un humano puesto de coca se vuelve hiperactivo e incluso agresivo, aquí sucede eso, pero con una mole de pelo, colmillos y garras, que hará las delicias de los excursionistas, a la par que hay una trama de hampones de medio pelo buscando la droga.
El resultado es una absoluta mamarrachada que combina clichés del cine de acción y del cine de terror de forma solvente, que no llega a enamorar pero entretiene, y es tan honesta con su premisa que se le perdonan sus obvios y esperables defectos.
No es una genialidad, y tal vez no llega a saar todo el potencial que daba de sí una premisa tan gamberra, pero funciona correctamente
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